lunes, 20 de junio de 2011

Secuestros y Rescates

Os voy a contar un cuento:

Hace poco, poco tiempo, en un país no tan lejano, la bella Helena estaba presa en las garras del dragón. Como no podía ser de otra manera, un alto y rubio caballero, a lomos de su magnífico corcel azul y acompañado de un bajito escudero, arribaron a su tierra para arreglar la situación.

¿La arreglaron? Aún no se conoce el desenlace, pues para combatir al dragón, otro dragón mayor presentaron, y la doncella sigue dubitativa en aceptar la solución (y el inevitable enlace, que el caballero teutón, le exige, en pago por tal lance, de por vida).

Confirmado queda que la poesía no es lo mío. Sigamos en prosa pues:

Como en cualquier otro cuento, los detalles se omiten para estimular la imaginación del lector o quizá para no desviar la atención sobre la moraleja presentada: en este caso, que si te rapta un dragón y te encierra en la más alta torre, simplemente espera a que te rescaten y paga con tu cuerpo, tu voluntad y tu vida (y la de tus hijos) a tu rescatador.

Pero para entender realmente este cuento, sí que serían necesarios algunos detalles. Como por ejemplo, que los dragones mencionados son, ambos, hijos del caballero y del escudero.

Ahora dejémonos de cuentos.

Europa está dispuesta a “rescatar” a Grecia. Sí, otra vez. Se oyen voces a favor y en contra del “rescate”. Pero no se habla apenas de qué significa exactamente “rescatar” a un país.

Resulta que Grecia, como todos sabemos, está endeudada hasta los ojos. Nada nuevo, muchísimos países lo están, y uno de los que más, sino el que más, Estados Unidos. Estar endeudado no es ningún problema (y eso lo sabemos todos los que tenemos hipoteca) siempre y cuando tengamos dinero para ir pagando las letras.

El problema viene, claro, cuando no se tiene dinero para ir pagando las letras. Cuando el deudor es un individuo, es embargado y saqueado. Cuando es un país, la cosa no es tan sencilla. Se podría enviar al ejército para efectuar un saqueo del país, desde luego, pero las guerras son caras y al acreedor, si algo le preocupa, es precisamente la rentabilidad. Coger el dinero por la fuerza tendría el efecto adverso adicional de que muchos se pensarían dos veces el pedir prestado, lo cual tampoco interesa.

Por otro lado, los acreedores son bancos casi siempre, y si los bancos (en vez de los países) mandaran ejércitos al saqueo, se haría demasiado evidente quien manda aquí.

Por eso el acreedor tiene un plan b, consistente en ofrecer un NUEVO PRÉSTAMO, que servirá al deudor para hacer frente a los pagos más inmediatos, pero que también tendrá que acabar devolviendo, por supuesto.

Pero este préstamo no se da sin condiciones. El acreedor sólo lo va a conceder si el deudor le da ciertas garantías de que conseguirá el dinero para devolverlo, garantías que el propio acreedor le impone. Y estas condiciones ya las conocemos: privatización, disminución de las prestaciones sociales, venta de patrimonio, precarización del trabajo, etcétera. Lo que haga falta para que el deudor reúna el dinero suficiente. No importa quien caiga. Si el deudor no acepta estas condiciones, no hay préstamo.

La pregunta parece que es ¿debería el deudor aceptar estas condiciones?

Pero antes de valorar si estas condiciones son abusivas o no, examinemos la premisa mayor: ¿para alguien que está empeñado, la solución a sus problemas es aumentar su nivel de deuda?

La lógica dice que no. Pero esa es la lógica del país, no de sus dirigentes. Un dirigente de un país en bancarrota sabe que sus días están contados, pero que aún pueden sacar un buen pellizco (y un futuro puesto de trabajo escandalosamente bien pagado como asesor) como premio por hacer aquello que conviene al que tiene el dinero.

Porque esa es la triste realidad: Un político es una persona que no intenta mejorar tu vida, sino la suya. Ningún otro tipo de político es permitido por el sistema de partidos, pagados por los mismos caballeros antes mencionados.

Up to you.


http://www.lavanguardia.com/economia/20110620/54173066923/la-ue-y-el-fmi-dicen-basta-a-grecia.html

Democracia de Veras (II)

Este artículo es la continuación de http://elabismodelcalamar.blogspot.com/2011/06/democracia-de-veras.html

Empecemos por examinar la situación actual, para ver qué problemas hay y cómo se pueden solucionar.

Lo primero que vemos es que la participación democrática del pueblo en el gobierno es escasa... tirando a nula. Se elige (democráticamente) a un partido, que gobernará sin apenas restricciones durante un plazo de 4 años. La única retroalimentación que hace el pueblo sobre esta gestión es la elección de seguir confiando en este partido o elegir a otro cuando pase el plazo. Eso no es mucha participación que digamos.

Es una cuestión de número de elecciones, y ahora no me refiero al proceso de votación, sino a las posibilidades de elección con las que cuenta el pueblo. El problema del sistema actual es que las posibilidades de elección del pueblo son pocas y muy espaciadas en el tiempo, y que la delegación del poder en los representantes es prácticamente completa e irrevocable. Sin embargo, atendiendo a la definición estricta de Democracia como “gobierno del pueblo”, las posibilidades de elección deberían ser todas: el pueblo debería ser capaz de tomar determinaciones sobre cualquier aspecto del gobierno: subir o bajar los impuestos, invertir más en esto o en aquello, modificar la legislación, etc.

Las manifestaciones, recogidas de firmas y referéndums se suelen considerar “armas democráticas” del pueblo para influir en las decisiones de los gobernantes. Yo en cambio creo que la efectividad de estas herramientas es prácticamente nula.

En el caso de las manifestaciones y recogidas de firmas, el primer problema es que no son vinculantes. Ninguna ley obliga al gobierno a adoptar las medidas que se propongan por estos medios. El segundo, y casi más grave, es que no tienen nada que ver con la democracia. Una concentración (humana o de firmas) no es más que la expresión de la voluntad de un grupo, no del pueblo en sí. Las ideas defendidas por este grupo no necesariamente son representativas de la voluntad popular.

Respecto a los referéndums: El problema básico es que no es el propio pueblo el que elige qué cosas hay que llevar a referéndum y qué otras no. Ni cuándo se vota, ni las posibles alternativas a contemplar. Todo eso es determinado por el gobierno en el poder (algunos aspectos, por supuesto, limitados o modulados por la legislación en vigor). El efecto práctico se claramente visible: El gobierno no hace casi nunca referéndums, y cuando los hace, o bien son referéndums “consultivos” (es decir, no vinculantes, con lo cual en realidad no tenemos un referéndum sino una encuesta), o bien los hace sobre temas en los que conoce de antemano que la voluntad popular coincide con la suya.

En la práctica, la democracia se encuentra reducida a la mínima expresión: sólo existe una herramienta vinculante, que son las elecciones, y en estas elecciones no se decide nada excepto el partido que elegirá la constitución del gobierno.

Más:

1) Los partidos políticos. No votamos acciones de gobierno sino a gobernantes. Estos gobernantes, pese a que antes de las elecciones suelen ofrecer un vago programa con las intenciones genéricas que tienen respecto a las acciones de gobierno que dicen querer seguir, nada les obliga a cumplir dicho programa. La única manera de penalizar la falta de adecuación de lo hecho con lo prometido, es renunciar por entero a todo el equipo de gobierno y sustituirlo por otro, de entre un reducido número de posibilidades, pero teniendo en cuenta que este otro gobierno tampoco tiene obligación alguna de seguir la acción de gobierno deseada. Por otro lado, esta política del todo o nada, imposibilita el ajuste fino: podemos estar satisfechos con la gestión del gobierno en unos asuntos, mientras que en otros no, pero nada ponemos hacer para cambiar los que no nos gustan y conservar los que sí. O nos quedamos el lote completo, o lo cambiamos por entero.

2) Los partidos políticos (2). Formar estos organismos no está al alcance de cualquiera, básicamente por el problema de la financiación. Sin una importante inversión de capital, el partido no puede formarse. Una vez formado sigue necesitando más capital para poder sobrevivir en un sistema electoral basado en la publicidad. El efecto que tiene esto es que la gran mayoría de ciudadanos no tiene ninguna posibilidad de formar un partido político en el que defender sus propias ideas. Su única alternativa es unirse a uno ya preexistente (con sus ideas preexistentes). Por otro lado, el sistema tiende a evolucionar a un bipartidismo más o menos manifiesto, debido a la necesidad de los partidos “pequeños” a unirse entre sí para poder influir en las decisiones de gobierno, lo cual limita aún más el número de alternativas.

3) El gobierno en el poder maneja todos los asuntos anejos a la democracia, lo que podríamos llamar "organización de la democracia", por lo que en realidad éste tiene el poder efectivo de decidir cuanta democracia quiere en un momento dado (y su elección casi siempre es “ninguna”). Es el gobierno quien decide someter una acción de gobierno a referéndum o no hacerlo, no el pueblo. Es el gobierno quien elige si adelantar o no las elecciones, no el pueblo. Es el gobierno quien decide qué leyes cambiar y cómo, no el pueblo, y así un larguísimo etcétera.


Conclusión: La consecuencia de todo esto es que el pueblo tiene un papel muy pequeño en las decisiones del gobierno, y por ello acaba no preocupándose por éstas, o si lo hace suele ser para protestar sin esperanzas de cambio, o simplemente para lamentarse. La sensación es que las decisiones del gobierno no están en la mano del pueblo, lo cual dice bastante poco en favor del actual modelo democrático, donde en teoría el pueblo debería tener el poder real.

Sin embargo todos estos problemas se pueden solucionar con otros modelos democráticos. Veamos una posibilidad, un modelo que podríamos llamar "DEMOCRACIA MODULAR".

Este es también un mecanismo representativo (no es democracia directa), pero el control que tienen los electores sobre lo que se decide es infinitamente mayor. La democracia directa pura, al menos por el momento, la considero inviable por el enorme número de problemas logísticos que representa, aunque quizá en un futuro la tecnología permita su existencia.

Las reglas de la Democracia Modular son sencillas:

  • La población completa se agrupa en grupos de 10 ciudadanos. La pertenencia a estos grupos es libre y puede modificarse en cualquier momento. Estos grupos no están limitados por ningún tipo de restricción geográfica (ni de ningún otro tipo). Esto quiere decir que lo único que deben tener en común estos miembros es el deseo de formar el grupo.
  • Los grupos preexistentes no están obligados a aceptar a miembros que no deseen.
  • Los grupos se autogestionan organizativamente.
  • Estos grupos eligen a uno de ellos por votación simple para que los represente
  • Este primer nivel de representantes se organizan a su vez en grupos de 10. Estos grupos están compuestos solamente por ciudadanos elegidos previamente por los grupos "de base".
  • Este grupo de segundo nivel también elige a un representante por votación simple. El sistema se repite hasta que ya no se puede iterar más. (En una población de 40.000.000 personas, con seis niveles sería suficiente). El quinto nivel estaría compuesto por 40 personas, o sea 4 grupos de 10. Cada grupo elige a un representante, con lo que habrían 4 personas formando "la cúpula" del gobierno.
  • Los grupos pueden cambiar a su representante en cualquier momento.
  • Los representantes no tienen cargos oficiales, ni sueldo ni derechos extraordinarios
  • Este número 10 tiene dos características: 1) es arbitrario y está puesto como ejemplo, 2) representa un mínimo. No hay máximo

Algunas características de este sistema:

· Todos los ciudadanos pertenecen a un solo grupo de base como máximo, pero pueden pertenecer simultáneamente a varios grupos en jerarquía creciente. (Se puede pertenecer a varios grupos "verticalmente" pero no "horizontalmente")

· El cambio de representante de un grupo tiene un "efecto en cadena" si el representante en cuestión también había sido elegido representante en jerarquías superiores.

· No hay límite de tiempo (ni por arriba ni por debajo) predefinido en el que una persona sea representante

· No hay necesidad alguna de partidos políticos (tampoco los prohíbe)

En este sistema los representantes están obligados a serlo de verdad. En el mismo momento en que un representante empiece a no obedecer la voluntad de quienes le han elegido, será sustituido. Un "presidente" del gobierno puede dejar de serlo en cualquier momento en cuanto el grupo de 10 de base al que pertenece así lo decida, aparte de si lo decide el grupo de 10 que directamente lo ha elegido. Esto no genera ningún tipo de "inestabilidad" porque este representante puede seguir siéndolo toda la vida mientras cumpla con lo que esperan de él los que lo han elegido. Las personas que nombran a alguien como representante son exactamente las mismas que pueden cancelar en cualquier momento este nombramiento.

Este es un sistema ELECTIVO, no es un sistema de gobierno en sí, ni, por supuesto, un sistema económico. Su objetivo es “simplemente” determinar quien está arriba, y asegurarse de que el pueblo tiene herramientas efectivas para trasladar a estas personas su voluntad, mediante un sistema de “representantes dinámicos y cercanos”.

Este modelo que doy es una idea general, no está totalmente especificado, por lo que se pueden idear diferentes variantes, complementos y mejoras.

No estoy diciendo que este sea el mejor modelo posible, sino el mejor modelo que responde a la definición PURA de democracia. No soluciona “los problemas del mundo”, pero sí buena parte de los problemas que los propios humanos nos creamos a nosotros mismos.

RESUMEN:

El problema de la Democracia Directa es de tipo logístico: no es razonablemente posible convocar elecciones/referéndums varias veces al día que involucren a millones de personas para que decidan sobre todos los aspectos de un gobierno. La solución histórica a este problema ha sido la Democracia Representativa, en la que las decisiones se delegan en un grupo de “profesionales” elegidos democráticamente. El problema de este sistema es que, tras haber elegido a un representante, se tiene muy poco control sobre él. La democracia directa sin embargo es posible (incluso se puede decir que es la norma) en grupos pequeños (una familia, un grupo de amigos, una asociación de vecinos, etc.). Estos grupos pueden implementar democracia directa o representativa, pero en este último caso el control que ejercen sobre el representante elegido es mucho mayor, debido a razones de proximidad, y la diferencia que hay en estos grupos entre democracia directa y representativa se diluye. Por ello, la aproximación modular intenta trasladar aquello que es posible en un grupo pequeño a otro grupo pequeño, en este caso un grupo hecho de representantes de otros grupos, que, al manejarse de igual manera que el grupo de base, puede repetir este proceso hasta que se establece una jerarquía completa de toda la población, jerarquía que no se impone desde ningún grupo en particular, sino que surge de manera natural de entre las personas de confianza de los grupos.

viernes, 17 de junio de 2011

La Fabada Hexadecimal

Dije que en este blog habría frikismo... y aquí lo tenéis

Hace ya mucho, mucho tiempo...
...estaba yo en una clase de informática, cuando el profesor dijo algo que me sacó de mi sopor:
"...y asignamos al servidor la dirección (usando el protocolo ipx) FABADA..."
¿Fabada? ¿qué tiene que ver un tradicional plato hecho con alubias con el protocolo IPX?

Nada, en realidad. Resulta que la dirección IPX (un número) se suele expresar en el sistema hexadecimal*(ver nota al pie).

Y claro, puestos a escoger una dirección facilita de recordar, mucho mejor FABADA que, por ejemplo, 45B9FF. Una verdadera muestra de ingenio del profesor.

Pero... ¿era la única opción? ¿la mejor opción? Puestos a cavilar, ¿cuántas palabras diferentes se pueden componer en castellano con las
letras de la A a la F?

Esta es mi lista:

a
abad
abecé
acaba
acabad
acabada
acabe
acceda
accede
acceded
aceda
afea
afead
afeada
afee
baba
babea
babead
babeada
babee / babeé
baca
be
beba
bebe / bebé
bebed
beca
becad
becada
befa
cabecea
cabecead
cabeceada
cabecee / cabeceé
caca
cada
café
ce
ceba
cebad
cebada
cebe
ceda
cede
ceded
da
daba
daca
dad
dada / dadá
de
deba
debe
debed
decae
decaed
dedada
defeca
defecad
defecada
e
efe
fa
faba
fabada
faca
fada
fe
fea

68 en total. La más larga es "cabeceada" con 9 letras.

Desafío al universo a encontrar otras palabras no incluídas aquí. Por supuesto, tienen que ser palabras castellanas (no me valen "bed" ni "face" ni "cedé") y no inventadas (p.ej., "ábaca", el supuesto femenino de ábaco). Tampoco valen nombres propios ("Fefé", "Fede", "Bea", "Adab", etc.).

Coloquialismos de grupos reducidos casi mejor que no... p.ej. "Cefea" es la comida que buscan los cerdos hozando en la tierra... en Salamanca. La idea es escurrirse el cerebro, no leerse entero el diccionario.

Ah, y los acrónimos NO son palabras (nada de ABBA**, ABC, CEE, CD, BBC, CCC, etc.)

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*números en base 16, con cifras 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, A, B, C, D, E y F.

El sistema decimal (el que nos enseñan en el parvulario) es el que tiene base 10, con cifras 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9
El famoso sistema binario tiene base dos, y por tanto, sólo dos cifras: 0 y 1
Los humanos solemos usar el sistema decimal porque tenemos 10 dedos (dígitos en latín) para contar. Los ordenadores usan el sistema binario porque no tienen dedos, sino circuitos, que pueden estar enchufados (1) o apagados (0). Otro día profundizaremos más en esto.


**ABBA, el grupo musical sueco, está descartado por dos motivos:
1) Es un nombre propio
2) Es un acrónimo (Compuesto de las iniciales de los 4 miembros del grupo: Agnetha, Björn, Benny y Anni-Frid).

Una pequeña muestra de conocimiento friki en un tema ya bastante friki de por sí.

lunes, 6 de junio de 2011

Libertad, Responsabilidad y Autoridad (y Teléfonos Móviles)

Hace nada estaba yo leyendo esta noticia: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/incertidumbre/perjudicial/salud/elpepusoc/20110602elpepisoc_1/Tes

Nada interesante... un nuevo estudio para ver si hay alguna correlación entre el uso del móvil y el cáncer. En este caso se trata de un metaanálisis, lo que significa que no han hecho ningún experimento, simplemente han cogido diversos estudios anteriores, los han mezclado, y el resultado lo han vuelto a analizar para ver si salía algo diferente a lo que ya había salido anteriormente.

El equipo de científicos informó del resultado: nada concluyente. No se prueba que haya una relación, ni tampoco se descarta que pueda haberla.

Hasta aquí, nada anormal. Sin embargo, leyendo las opiniones de los respetables, y aún más después, leyendo los comentarios que hace el personal anónimo, me quedé maravillado: una multitud, enfadada y temerosa, que EXIGÍA a la OMS o al responsable de este estudio que les dijera si tenían que seguir usando el móvil o no.

Básicamente, tachaban a los autores del estudio de “irresponsables” por haber “sembrado dudas” sobre la seguridad de los móviles, creando una “gran alarma social”, pero sin después explicar al mundo cuantas horas se podían usar los móviles sin peligro, si era peligroso llevarlo en el bolsillo, si había que comprar fundas protectoras, si los niños podían usarlos, etc... Evidentemente esta gente memorizó la parte del resultado que decía “no se descarta que pueda existir una relación entre el uso del móvil y el cáncer”, pero se olvidaron de la que decía justo antes: “no hay pruebas que muestren una relación”.

El director del equipo que hizo el estudio manifestó: "Son los consumidores los que deben tomar la decisión de qué hacer". Esta frase tan educada en realidad quería expresar: “¿Y mí que me contáis? Sabéis lo mismo que yo, así que haced lo que os parezca.”

Por supuesto, esta “aclaración” no hizo más que exacerbar el enfado y los recelos de la gente. La teoría de la conspiración estaba servida: “Saben algo, pero no nos lo quieren decir. Están vendidos a las multinacionales de los móviles, y por eso no nos dicen que no los usemos, pero no nos dicen tampoco que los podemos usar sin peligro para evitarse responsabilidades penales cuando se nos empiece a caer la cabeza a cachos”

Esta situación es bastante curiosa y merece una pequeña reflexión. Por un lado tenemos a un señor que nos dice “estos son los datos, haced lo que creáis más conveniente”, y por el otro, tenemos a muchas personas que no quiere tomar esa decisión por sí mismas, si no que quieren que alguien la tome por ellos.

¿Quién dijo que la libertad no daba miedo? Eso es justo lo que tenemos aquí. Todos queremos tomar decisiones correctas, y nos da pánico equivocarnos. En este caso, si seguimos usando el móvil y después resulta que sí daba cáncer, nos habremos equivocado. Si tiramos el móvil a la basura y después resulta que no pasaba nada, también nos habremos equivocado.

Lo curioso del ser humano en estos casos es que, en vez de reflexionar un poco y tomar la decisión más prudente, busca AUTORIDADES que le digan qué tiene que hacer. Esto tiene un doble objetivo: 1) librarse de la angustia de la decisión, y 2) tener a alguien a quien hacer RESPONSABLE en caso de que la decisión sea errada.

Buscar a alguien que sabe más que tú para que te aconseje no es una mala costumbre. Lo que sí lo es es dejar que te aconseje alguien que sabe lo mismo que tú (o en algunos casos, menos). Por lo visto, en esta sociedad que nos bombardea con recomendaciones, anuncios y propaganda, sí que se nos ha reblandecido un poco el cerebro, pero no por los móviles.

La triste realidad es que nos hemos vuelto cómodos, y también muy manejables. Manejables porque estamos deseando que aparezca ese entendido, esa figura paterna, ese experto, ese político, ese sacerdote, a decirnos que tenemos que comprar, que tenemos que hacer y en que tenemos que creer. Lo hacemos porque es más cómodo, porque todos lo hacen, porque no nos gusta ir contra corriente, y porque queremos tener a alguien a quien quejarnos de que las cosas no nos han ido bien. Y porque no queremos tener la culpa de nada.

No creo que me equivoque si digo que la mayoría de los españoles saben poco o nada de economía. Sin embargo, cuando la economía va mal, tenemos una figura a la que gritar y a la que exigir que todo vuelva a ir bien cuanto antes, tenemos a un RESPONSABLE. Sin embargo, la economía no es tan sencilla: la economía es el conjunto de todas las decisiones económicas que toman todos los individuos del grupo, no sólo de las decisiones que toman “los de arriba”.

Ahora mismo ¿alguien se siente culpable de algo? ¿podríamos haber hecho algo para que ahora no estuviéramos en la situación en la que estamos? Supongo que la respuesta abrumadora es NO. “No, nosotros no hemos hecho nada, han sido los inútiles de arriba los que lo han fastidiado todo”

¿Seguro? Pensémoslo dos veces. ¿Acaso esos “inútiles” no son exactamente los que queríamos? ¿No los votamos para que estuvieran ahí? Y se pueden hacer más preguntas: ¿Compraste productos de tu país? ¿Pediste préstamos? ¿Produciste lo suficiente en tu trabajo? ¿Elegiste un trabajo que genera riqueza para la sociedad? Y un largo etcétera.

Seguro que estas preguntas tendenciosas que os hago están alimentando, no la duda, pero sí un pequeña animadversión por quien os las está haciendo. "¿Qué demonios dice este tipo?" estaréis preguntándoos. "¡Todo el mundo sabe que los culpables de la crisis son los políticos y los banqueros!". Lo siguiente que pensaréis será que vosotros no tuvistes capacidad de DECISIÓN sobre las cuestiones que os planteo: "Voté X porque Y ya llevaba mucho tiempo en el poder y se estaban corrompiendo", "Compré el producto más barato porque no me sobra el dinero", "Pedí un préstamo para el piso porque vivir de alquiler es tirar el dinero", "Yo trabajo todo lo que me dejan", "Suerte tengo de haber encontrado el trabajo en el que estoy", etc.

Lo que tenemos aquí es una interesante paradoja: Creemos que los políticos y los banqueros son quienes tienen capacidad de decisión, mientras que los demás, no la tenemos o tenemos muy poca. Lo cual equivale a decir que si sale todo bien, es gracias a ellos, y si sale todo mal, es por culpa de ellos. Sin embargo, de cara a los resultados, resulta que pesan mucho más las decisiones que toman los millones de inviduos que no forman parte del poder, que las que toman los pocos que sí forman parte de él.

No estoy intentando decir aquí que lo blanco es negro y lo negro es blanco. Individualmente, un persona en el poder tiene más capacidad de influencia que una persona que no está en el poder. Pero, en conjunto, y debido a la desproporción numércia que hay entre un grupo y el otro, la gente que está en el poder tiene MENOS poder del que creemos, y que la gente que no está en el poder tiene MÁS poder del que creemos.

Es tal la necesidad que tenemos los humanos de descargar responsabilidades en otros, que, aunque estos otros lo hagan penosamente mal, preferimos conservarlos antes que tener que empezar a tomar decisiones por nosotros mismos. Les pegamos dos gritos, les hacemos que cambien un par de caras por otro par de caras, y ya se nos ha pasado el enfado.

Admitámoslo: nos gusta que nos arrastre plácidamente la corriente. Preferimos tomar el menor número posible de decisiones en nuestra vida. Preferimos que todo nos vaya viniendo medio impuesto, de manera que no se nos puedan pedir explicaciones por nada que hagamos. El niño adopta la religión que tengan sus padres: No las examina todas y elige la que más le gusta. Eso sería tomar una decisión, y tomar una decisión supone hacerse responsable de ella. Es más fácil asumir que uno tiene que ser lo que los demás esperan de él. Así que este niño NO ELIGE ser cristiano (o musulmán, o lo que sea), sólo ASUME tácitamente que debe serlo.

En nuestra vida, asumimos que tenemos que ir al colegio, luego asumimos que tenemos que ir a la universidad, luego asumimos que tenemos que trabajar, asumimos que el trabajo ha de ser de lo mismo que hemos estudiado, asumimos que mejor cerca de casa. Asumimos que tenemos que salir de fiesta, asumimos que tenemos que conocer a “esa persona especial”, asumimos que tenemos que estar un tiempo de novios y que luego hay que casarse (es lo que toca). Asumimos que tenemos que votar a uno de los partidos mayoritarios para no tirar el voto a la basura. Asumimos que tenemos que ganar dinero, y asumimos que cuando seamos viejos debemos dejar de trabajar. Finalmente, asumimos que en unos pocos años todo habrá acabado.

Nos gusta vivir en la ficción de que no tenemos apenas opciones, para que nadie nos puede recriminar nuestras decisiones. Sin embargo, esas opciones existen, y, a veces, alguna de ellas podría ser mejor que lo que escogemos sin pensar. En realidad, podemos hacer CUALQUIER COSA en CUALQUIER MOMENTO. Aterrador, ¿Verdad?

En este caso que nos ocupa, a muchos les hubiera gustado que el señor les hubiera dicho “tranquilos, podéis seguir con vuestros móviles”. Así, la elección que hay que tomar (seguir usando el móvil o no), ya es una elección “oficial”, es una instrucción que vale para todo el mundo y todo el mundo la seguirá con evidentes signos de alivio. Ya no hay que tomar la angustiosa decisión por nosotros mismos, porque ya hay verdad oficial.

Tomar decisiones es terrible. Pero sólo lo es cuando no estás acostumbrado. Yo os aconsejo que empecéis a practicar con pequeñas cosas: cuando quieras ponerte a dieta, en vez de mirar como siempre cual es la que está de moda ahora, infórmate de las características de varias dietas, y elige la que mejor creas que te va a ir. Cuando el país vaya mal y tus políticos no te den ninguna confianza, esta vez, en vez de votar automáticamente a la oposición, léete los programas políticos y elige al que creas que tiene las mejores soluciones.

Volvamos al móvil. Sabemos que puede que sí, y que puede que no. ¿Qué hacer? ¿Seguimos exigiendo a alguna autoridad sanitaria que se pronuncie? ¿Lo torturamos si es preciso? Esta vez probemos algo nuevo: utilicemos la información que tenemos. Si opto por usar el móvil y resulta ser malo, tenemos un problema grave. Si opto por no usarlo y resulta ser bueno... el problema es MENOS grave.

¿Qué voy a hacer yo? Usarlo poco, que es lo que vengo haciendo desde siempre.

miércoles, 1 de junio de 2011

Democracia de Veras

Democracia.

¡Qué bonita palabra¡ Debe serlo, teniendo en cuenta la enorme cantidad de personas que han muerto para conseguir que sea una realidad.

Pero ya está, ¿no? Ya estamos en democracia. Lo hemos conseguido. No hay ningún sistema mejor ni manera ninguna de mejorar lo que tenemos ¿no es así?

Estamos en Democracia: El sistema perfecto. El nuestro.

¿Todos de acuerdo?

Pues no. Parece ser que no todos estamos de acuerdo. Al menos esos chicos que están en las plazas desde hace una quincena no lo están.

¿Dicen que la democracia no es buena? No, no es eso lo que dicen. Lo que dicen, básicamente, es que NO ESTAMOS EN DEMOCRACIA.

¡Anda ya! ¿Cómo no vamos a estar en democracia? Cada cuatro años votamos 3 veces (nacionales, autonómicas y municipales), así que sí que estamos en democracia. ¿NO? ¿No es eso en lo que consiste… en la práctica?

En la práctica.

Ahí está el quid de la cuestión. Pero empecemos desde el principio: ¿QUÉ ES la democracia?

Veamos la definición: Democracia es una forma de organización de grupos de personas, cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones responda a la voluntad colectiva de los miembros del grupo.”

No creo que esta definición tenga nada de problemático. Todos sabemos “más o menos” que es esto de la democracia, y sabemos que tiene algo que ver con que “todos somos iguales” o que al menos las opiniones de cualquiera valen lo mismo que las de cualquier otro.

Lo interesante no está en lo que aparece en la definición, sino en lo que NO APARECE:

¿Partidos Políticos? No aparecen ¿Votaciones? No aparecen ¿Periodos de 4 años? No aparecen ¿Oposición? No aparece ¿Capitalismo? No aparece ¿Presidente del Gobierno? No aparece ¿Listas (abiertas o cerradas)? No aparecen… y así, un larguísimo etcétera.

¿Y qué aparece? Pues que “la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros”

Así que yo pregunto… ¿ésta es la situación actual? ¿El poder recae en la totalidad de los miembros (en este caso, ciudadanos del Reino de España)? ¿Quién toma las decisiones? ¿Todos los miembros, o una pequeñísima parte de ellos?

No hace falta explicar cómo se están haciendo las cosas actualmente: se convocan elecciones, a ellas se presentan una serie de partidos políticos, y la población vota a estos partidos políticos. El partido ganador elige a los miembros del gobierno y, durante su mandato, este gobierno toma todas las decisiones.

No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que esto no es exactamente lo mismo que aparece en la definición del término. Hay dos niveles de “indirección”. Los ciudadanos no gobiernan directamente, sino indirectamente a través de la elección de un partido, partido que a su vez elige al gobierno, quien es quien realmente acaba gobernando.

Se puede justificar esto hasta cierto punto: sería complicado que todas y cada una de las decisiones a tomar se tomaran en asambleas populares que comprendieran a 40 millones de personas.

Pero no es esa la cuestión: si las razones logísticas impiden que el poder de gobierno recaiga en “todos y cada uno de los miembros” en el día a día, entonces… ¿no será que esto, al fin y al cabo, NO ES UNA DEMOCRACIA?

Tenemos que admitir que el sistema actual se parece más a una democracia que otros sistemas (todos sabemos lo de las monarquías absolutas, los partidos únicos, los dictadores golpistas y demás tiranías). Pero “parecerse más” no significa “ser igual que”. Quizás la democracia real sea sencillamente inviable.

O no.

No es difícil que un grupo de 10 amigos se manejen democráticamente. De hecho, prácticamente es la norma (Al igual que tampoco es difícil que una familia de cinco miembros que viven bajo el mismo techo tengan una economía de tipo comunista. En realidad, también es lo habitual). Lo que pasa es que un sistema de toma de decisiones (que al final, de eso se trata) que funciona para 10, ¿funciona igual para 40.000.000? En definitiva… ¿la democracia es escalable? ¿Qué problemas se afrontan cuando el número de miembros aumenta, y qué medidas se pueden tomar para afrontar esos problemas?

El principal problema de la democracia cuando hay muchos miembros es que la toma de decisiones puede ser desde simplemente caótica hasta sencillamente imposible, pasando por todos los niveles imaginables de ineficiencia. ¿Cómo organizas el turno de palabra de 40.000.000? ¿Cómo saber cuando es el momento de votar? ¿Quién elige qué se vota? ¿Esta organización, ha de ser espontánea o requiere un organizador? ¿Quién elige a ese organizador? ¿Qué competencias tiene? Incluso aún resolviendo toda la parte práctica… ¿Cuántas decisiones se pueden tomar al día con este sistema? Y… si todo el mundo pasa todo su tiempo decidiendo qué hay que hacer…? ¿Quién ejecuta estas decisiones? ¿Quién produce?

No creo que necesite muchos argumentos para convenceros de que una asamblea perpetua de 40 millones de personas no es una idea realista, y de hecho la he descrito sabiendo desde el principio que era un ejemplo exagerado (donde las metemos? Qué comen? Donde mean?), pero que sirve para ilustrar los “pequeños problemillas” que tiene la implantación de la Democracia, al menos tal como aparece en el diccionario.

Pero usemos nuestra imaginación un poquito. En ningún sitio (de la definición) se habla de asambleas multitudinarias, de turnos de palabra o de manos alzadas. Quizá haya otros procedimientos para que la voluntad popular se convierta en acciones concretas.

¿Qué procedimientos?

Vaya pregunta ¿Dónde estás leyendo esto? ¿Cuál es el único medio en el que todo el mundo puede opinar, gratis, todos los días si hace falta, sin perder más de 5 minutos de su precioso tiempo? ¿Lo digo más claro?

La democracia REAL… esa en la que todos los individuos, en su conjunto, toman todas las decisiones, esa que se está pidiendo ahora en las calles, para sustituir la democracia REPRESENTATIVA actual (en la que el único acto democrático es la elección del gobernante, tras lo cual deja de existir la democracia), sólo puede realizarse de una manera hoy en día. Voto electrónico a través de Internet.

No es imposible. De hecho, es ridículamente fácil. Sólo se necesita un certificado digital para cada ciudadano. No hace falta que el estado suministre un ordenador y conexión a todo el mundo (aunque sería una buena decisión), bastaría con usar durante 5 minutos un terminal público. Ridículamente fácil y ridículamente barato. Ridículamente más rápido y ridículamente más fiable. Lo suficiente como para que cada ley, cada propuesta, cada plan, dependiera de un referéndum público y no de la decisión de unos pocos. Unos pocos que resultarían por tanto perfectamente prescindibles.

¿Éste es el sistema que yo considero mejor? No.

¿Éste sistema que acabo de plantear tiene problemas? Sin duda.

Simplemente es el ÚNICO sistema que posibilita una Democracia REAL. Pura, auténtica, de diccionario.

Pero, abandonando (por favor, que no cunda el pánico) ligeramente la definición rigurosa de la democracia (nuevamente, que no cunda el pánico, este abandono es mucho menor que el abandono que ocurre con la democracia representativa actual) es posible imaginarse sistemas mejores que los dos presentados aquí.

Por supuesto, se trata de una especie de término medio, ni queremos elegir a un tirano para que haga lo que le de la gana durante cuatro años, ni queremos estar viviendo continuamente en el ciberespacio votando cientos de cosas que no hemos tenido tiempo de asimilar ni de comprender. (Y me estoy saltando a propósito el problema de ver quién es el que idea las propuestas y determina las opciones posibles)

¿Eh? Ah, sí… es verdad, mis textos son demasiado largos. Tienes toda la razón. Hay que ver como me enrollo.

Así que… este sistema ideal y perfecto lo describiré en un próximo post.

¡Hasta entonces!