Os voy a contar un cuento:
Hace poco, poco tiempo, en un país no tan lejano, la bella Helena estaba presa en las garras del dragón. Como no podía ser de otra manera, un alto y rubio caballero, a lomos de su magnífico corcel azul y acompañado de un bajito escudero, arribaron a su tierra para arreglar la situación.
¿La arreglaron? Aún no se conoce el desenlace, pues para combatir al dragón, otro dragón mayor presentaron, y la doncella sigue dubitativa en aceptar la solución (y el inevitable enlace, que el caballero teutón, le exige, en pago por tal lance, de por vida).
Confirmado queda que la poesía no es lo mío. Sigamos en prosa pues:
Como en cualquier otro cuento, los detalles se omiten para estimular la imaginación del lector o quizá para no desviar la atención sobre la moraleja presentada: en este caso, que si te rapta un dragón y te encierra en la más alta torre, simplemente espera a que te rescaten y paga con tu cuerpo, tu voluntad y tu vida (y la de tus hijos) a tu rescatador.
Pero para entender realmente este cuento, sí que serían necesarios algunos detalles. Como por ejemplo, que los dragones mencionados son, ambos, hijos del caballero y del escudero.
Ahora dejémonos de cuentos.
Europa está dispuesta a “rescatar” a Grecia. Sí, otra vez. Se oyen voces a favor y en contra del “rescate”. Pero no se habla apenas de qué significa exactamente “rescatar” a un país.
Resulta que Grecia, como todos sabemos, está endeudada hasta los ojos. Nada nuevo, muchísimos países lo están, y uno de los que más, sino el que más, Estados Unidos. Estar endeudado no es ningún problema (y eso lo sabemos todos los que tenemos hipoteca) siempre y cuando tengamos dinero para ir pagando las letras.
El problema viene, claro, cuando no se tiene dinero para ir pagando las letras. Cuando el deudor es un individuo, es embargado y saqueado. Cuando es un país, la cosa no es tan sencilla. Se podría enviar al ejército para efectuar un saqueo del país, desde luego, pero las guerras son caras y al acreedor, si algo le preocupa, es precisamente la rentabilidad. Coger el dinero por la fuerza tendría el efecto adverso adicional de que muchos se pensarían dos veces el pedir prestado, lo cual tampoco interesa.
Por otro lado, los acreedores son bancos casi siempre, y si los bancos (en vez de los países) mandaran ejércitos al saqueo, se haría demasiado evidente quien manda aquí.
Por eso el acreedor tiene un plan b, consistente en ofrecer un NUEVO PRÉSTAMO, que servirá al deudor para hacer frente a los pagos más inmediatos, pero que también tendrá que acabar devolviendo, por supuesto.
Pero este préstamo no se da sin condiciones. El acreedor sólo lo va a conceder si el deudor le da ciertas garantías de que conseguirá el dinero para devolverlo, garantías que el propio acreedor le impone. Y estas condiciones ya las conocemos: privatización, disminución de las prestaciones sociales, venta de patrimonio, precarización del trabajo, etcétera. Lo que haga falta para que el deudor reúna el dinero suficiente. No importa quien caiga. Si el deudor no acepta estas condiciones, no hay préstamo.
La pregunta parece que es ¿debería el deudor aceptar estas condiciones?
Pero antes de valorar si estas condiciones son abusivas o no, examinemos la premisa mayor: ¿para alguien que está empeñado, la solución a sus problemas es aumentar su nivel de deuda?
La lógica dice que no. Pero esa es la lógica del país, no de sus dirigentes. Un dirigente de un país en bancarrota sabe que sus días están contados, pero que aún pueden sacar un buen pellizco (y un futuro puesto de trabajo escandalosamente bien pagado como asesor) como premio por hacer aquello que conviene al que tiene el dinero.
Porque esa es la triste realidad: Un político es una persona que no intenta mejorar tu vida, sino la suya. Ningún otro tipo de político es permitido por el sistema de partidos, pagados por los mismos caballeros antes mencionados.
Up to you.
http://www.lavanguardia.com/economia/20110620/54173066923/la-ue-y-el-fmi-dicen-basta-a-grecia.html
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